jueves, 27 de octubre de 2011
martes, 18 de octubre de 2011
Quisieron romperme el portón, pero recién el 11/11/11 se abre el verdadero portal en Capilla del Monte
Como se ve en la foto quisieron abrir el portón y terminaron rompiendo el pilar, es que recién el 11 de noviembre de 2011 se abrirá el portal que nos pondrá en el buen camino. Los espero a todos en Capilla del Monte el 11 del 11 del 11. Mientras tanto sigan insistiendo pero el portón todavía resistirá unas semanas más.
martes, 9 de agosto de 2011
Decálogo del Bambú de Garr Reynolds
(5) Esté siempre listo. Como el gran maestro de Aikido Kensho Furuya dice en Kodo : formas antiguas, "El guerrero, como el bambú, debe estar siempre listo para la acción." En las presentaciones u otras actividades profesionales, mediante el aprendizaje y la práctica debemos desarrollar un estado de atención que nos permita estar siempre dispuesto para enfrentar cualquier situación.
(7) Comprométase con el crecimiento y la renovación. El bambú se encuentran entre las plantas de más rápido crecimiento en el mundo. No importa quién sea usted -o donde está- hoy en día, tiene un potencial increíble para el crecimiento. Por lo general, hablan de Kaizen o mejora continua que es más constante y creciente, que intentar cambiar dando grandes saltos. Sin embargo, incluso con un compromiso con el aprendizaje y mejora continua, nuestro crecimiento - como el crecimiento del bambú - puede ser muy notable cuando miramos hacia atrás y observamos de donde partimos. Es posible que a veces se desanimen y se sienten que no están mejorando del todo. No se desanime por lo que perciben como su falta de crecimiento o mejora. El sólo hecho de no haberse dado por vencido, es una muestra de que usted está en creciendo, sólo que lo constatará más adelante. La rapidez o la lentitud no es nuestra principal preocupación, sino que nos estemos moviendo hacia adelante.
(8) La utilidad Express a través de la simplicidad. El maestro de Aikido, Kensho Furuya, dice que "El bambú en su simplicidad expresa su utilidad. El hombre debe hacer lo mismo”. De hecho, pasamos mucho de nuestro tiempo tratando de demostrar lo inteligentes que somos, tal vez para convencer a los demás - y a nosotros mismos - que somos dignos de su atención y elogios. La vida y el trabajo son lo suficientemente complicado para además incluirle lo superfluo. Si pudiéramos perder el miedo, tal vez podríamos ser más creativos y encontrar soluciones más simples a problemas complejos, incluso, ofrecer la mayor utilidad para nuestro público, clientes, pacientes o estudiantes.
(9) Dé rienda suelta a su poder para rebotar. El bambú es una símbolo de buena suerte y uno de los símbolos de las celebraciones del Año Nuevo en Japón. La imagen importante de nevadas de bambú representa la capacidad de rebotar después de haber experimentado la adversidad. En invierno la nieve se inclina la parte trasera de bambú y la espalda hasta que un día la nieve se vuelve muy pesada, empieza a caer, y el bambú se ajusta copia de seguridad de alta de nuevo, dejando de lado toda la nieve. El bambú soportaron la pesada carga de la nieve, pero al final tiende a volver erigirse como si dijera: "No voy a ser derrotado."
(10) sonreír, reír, jugar. En la parte superior del kanji (caracteres chinos) de sonrisa o Reír de este carácter son dos pequeños símbolos que representan el bambú Se dice que el bambú tiene una fuerte asociación con la risa, tal vez por el sonido que hacen las hojas de bambú en un día ventoso. Si usted utiliza su imaginación Supongo que suena un poco como el bosque de risa, es un sonido relajante. El bambú también tiene una conexión con alegría, ya que ha sido usado por generaciones en la fabricación de cometas tradicionales japonesas y en las artes y los oficios tradicionales, como muñecas. Hemos sabido en forma intuitiva, por generaciones de la importancia de sonreír, reír y jugar, ahora la ciencia moderna muestra evidencia de que estos elementos juegan un papel importante y real en la salud mental y física.
domingo, 31 de julio de 2011
Volviendo a Misa para que los pianos vuelvan a hacer música
sábado, 16 de julio de 2011
sábado, 14 de mayo de 2011
Mircea Eliade dice sobre Marx y Buda
viernes, 8 de abril de 2011
Sólo para gardelianos de José Gobello
Escribió Quinto Horacio Flaco al comienzo de su tercera Sátira: “Todos los cantores tienen este defecto: cuando están entre amigos, aunque se les ruegue, nunca se deciden a cantar; cuando no se les pide, no hay manera de que callen”.
Juan Carlos Marambio Catán cuenta en sus memorias (60 años de tango, Freeland, 1973, p. 155) que una tarde de 1924, a pedido de José Razzano, fue al departamento que este tenía sobre la calle Suipacha entre Lavalle y Tucumán, vereda oeste, para pasarle a Gardel el tango Príncipe, de Anselmo Aieta y Francisco García Jiménez, que él había estrenado.
Dice que cuando llegó, “ya estaban Razzano, Gardel, el Negro Ricardo, Barbieri y el Negro Vives (este fue un permanente colaborador de Gardel-Razzano, nadie se acuerda de este eficaz ejecutante del bandoneón y la guitarra”.
Y agrega: “La reunión se transformó en una tertulia de bulín, se contaron cuentos, se mateó, copas, chistes, en fin, después de un rato recién iniciamos el trabajo que nos reunía. Canté el tango, escuchaba atento, mientras Ricardo y Barbieri iban siguiendo buscando tonos y tratando de retener la melodía, pero indudablemente que era un poco dificultoso porque es un tango que en realidad en esa época resultaba un poco raro por su estructura, de modo que después de un rato quedamos de acuerdo en que yo le mandaría a Gardel una parte de piano y en esa forma podría darle una interpretación exacta a la obra”.
“Cantó Razzano y cantó Gardel algunas cosas con un entusiasmo real, porque este hombre cuando estaba en una reunión de bulín ponía el mismo calor que si estuviera ante un público que había pagado la entrada”.
“Ese día recibí una sorpresa, el gran cantor me dijo casi al final de la reunión: ‘Escuche, Catán, la última novedad que tengo’ (en aquella época no se usaba con tanta asiduidad la desagradable costumbre actual del tuteo indiscriminado), y me empezó a cantar una verdadera joya que sobrevive a través de los años, Silbando. Cuando terminó, lo felicité sinceramente y me dijo: ‘Hagáselo pasar con Barbieri. Este tango puede echárselo al hombro y caminar mucho tiempo con seguridad de éxito donde lo cante’”.
José Gobello
José Gobello se refiere al conchero
ACERCA DEL CONCHERO
El primer cometido de la Academia Porteña del Lunfardo consiste en registrar los cambios que se producen en el habla de Buenos Aires. Los más frecuentes son, me parece, los del léxico, y, mal que mal, en nuestras mil setecientas comunicaciones se anotan y analizan no pocos de ellos.
Una de las voces que se han incorporado en nuestra compleja y abigarrada coiné porteña es conchero. La escuché, hace pocas semanas, de boca de una linda rubita que la repitió varias veces con un mohín falluto desde la pantalla de televisión. Poco después me llegó nuevamente, desde el receptor radiofónico, pero en la voz de una importante comunicadora de buen discurso, que la repetía eufórica y jubilosa, tal como Arquímedes debió de repetir “eureka, eureka”.
Conchero ha dado en llamarse a un escueto y suntuoso triángulo de tela que se aplica sobre la parte exterior de la vagina –que en turpiloquio se llama cariñosamente cachucha o cotorra, y, más grotescamente, concha– en tanto el resto del cuerpo queda a la vista. De concha procede conchero. El doctor Conde, por varios cuerpos el mayor lunfardólogo a mano, recuerda que esa denominación metaforiza el español concha ‘cubierta de los moluscos’. La concha está compuesta por dos valvas, y este término, como quiera que fuere, es parónimo de vulva.
El conchero (ignoro su nombre argótico) fue traído junto al top-less por las niñas del Folies Bergère. Así ha tenido la bondad de recordármelo don Rómulo Berruti, profundo sabedor de cuanto atañe al fascinante territorio de las bambalinas. Recuerdo la presentación del Ópera, en 1954, pero más aún recuerdo a una de aquellas señoritas, Xenia Monti, que poco más tarde se presentó en el Maipo. Por supuesto, llevaba un conchero luminoso: tenía un cuerpo bellísimo y escamotearle un solo centímetro de su piel a la ansiedad de los espectadores habría sido una defraudación imperdonable.
Concha es término del pueblo bajo de Buenos Aires, cargado de arrogante obscenidad. Quienes busquen una prueba de ello solo deben leer el coplerío prostibulario que recogió el antropólogo alemán Robert Lehmann-Nitsche por los quecos de la Ensenada a fines de la década de 1911.
Para acreditarse como voz lunfarda, conchero no tiene más que argüir su origen. En cuanto a si es mala palabra o no lo es, insisto en que las malas palabras no existen, contrariamente a lo que pretendía el gran Ángel Rosenblat, porque ninguna es tal fuera de su contexto. Pero si no hay malas palabras, hay, en cambio, palabras sucias –como mierda–, palabras feas –como escuerzo, italianizada por Canaro para llegar de rospo al tango arrespe de Tita–, palabras bellas –como alhucema–, dulces, como arrullo, y horribles, como estupro o pudrir.
Cuando no existía el conchero, tampoco existía su nombre. Nélida Roca –según me informa don Rómulo–, aunque ya tenía años en el escenario, no lo usó nunca. Prefería prendas más escondedoras o tal vez más abrigadas. No dudo de que, antes de mucho tiempo, se convertirá en un tecnicismo; habrá pasado a la tecnología del bataclán. A mí todavía me suena chocante, pero ya se me va a pasar.
José Gobello
miércoles, 23 de marzo de 2011
Valor de Ley de los Coen, una joyita
El western verdadero tiene una épica que no se rebaja a perversiones. Estoy tratando de recordar alguna película donde se desbarate este principio y, creo, que ni el spaghetti western, una versión europea del género madre, recurre a la depravación.
La pregunta es que considero yo por perversiones o depravaciones. Es sencillo todo aquello que se sostiene fuera del coraje y, algo que hoy se nombra mucho, quizás porque nadie respeta, los códigos. Hasta los malvados tienen códigos, sus códigos por supuesto, que antes de quebrarlos prefieren hundirse en una nube de balaceras.
En ese sentido, la película de los hermanos Coen, Valor de Ley, es un ejemplo perfecto de lo que digo. Lo que mueve a los personajes en ese terreno donde la ley, la fe y hasta la ética parece lejanísima y perdida, se mueven sin embargo dentro de una serie de principios más valiosos, que cualquier normativa social.
Me parece haber visto hace tanto el film en que se basa en esta remake que no la recuerdo, pero algo interesante que hicieron los Coen fue lograr que Jeff Bridges, el caza recompensas que contrata la nena de 14 años para encontrar al asesino de su padre, se parezca a John Wayne. Y si uno ve sólo el trailer de la primera versión de 1969, advierte que hicieron un trabajo de transcripción preservando los momentos más conmovedores del film. El cruce del río de la chica a caballo y el enfrentamiento final (a caballo por supuesto) del viejo Cogburn contra cuatro hombres al mismo tiempo.
Quizás la chica del 2011 no sea tan aniñada como la del 1969, pero lo mejor de esta remake es haber conservado también la ingenuidad de su inspiradora, sin agregarle vueltas de tuercas que no mejoran, ni tampoco remozan la historia si no la traicionan.
viernes, 25 de febrero de 2011
Balada Triste de Trompeta- De Alex de la Iglesia
Que suerte que uno no ejerce el oficio de crítico de cine con una película como Balada triste de trompeta, de Alex de la Iglesia, porque no me gustaría dañar a un director que admiro.
Los diez primeros minutos, quizás un poco más, sentí estar frente a la obra maestra de Alex de la Iglesia, pero, de pronto vi, frente a mí, como la película se desbarrancaba y caía hasta volverse más absurda de lo que pedía el tema, y no se recuperaba más.
Si el comienzo me pareció la imagen más impactante, síntesis perfecta de la Guerra Civil Española, comparable a Los Fusilamientos de la Moncloa de Goya, o el Guernica de Picasso, en cierto momento la película parece volverse una caricatura de sí misma que no alcanza a sorprender y deja de conmover.
La entrada de los republicanos buscando gente para pelear, el chico que despide al padre y el León suelto a un lado de la pista, auguraba lo mejor. Enseguida el ataque a los franquistas del payaso desbordado, su cárcel y los fusilamientos. Incluso ya en los 70 cuando el muchacho va a trabajar al circo la cosa funciona de maravillas, pero algo se descarrila en la película en el momento en que, el director guionista con ánimo de acelerar las acciones, le impone un ritmo que termina por dejar de a pié al espectador.
El film es un gran símbolo de lo pasado a los españoles. De aquello que todavía se siguen preguntando y, creo, no terminan de entender por qué ha ocurrido. Esto lo comenzaron a expresar otros cineastas españoles, como Saura en La Caza, García Berlanga en La Vaquilla, Erice en el Espíritu de la Colmena, diría que el mismo Alex de la Iglesia lo hizo, y muy bien, en Muertos de Risa, y debe haber cientas más de películas, de mayor o menor calidad e impacto emocional. (Ahora me viene a la memoria, La Lengua de las Mariposas.
Pero este film que de entrada no le huye a los símbolos, al contrario los amontona hasta la exasperación, pareciera que hasta se burla de las metáforas y como si fuera necesario mete historia franquista por todas partes, pero, ¡qué pena!, le sale mal.
Antes de seguir, quiero confesar que los circos no me gustan y menos aprecio le tengo a los payasos. De este mundo, en el mío, cabe una excepción: sigo siendo un admirador y fanático de Gabi, Fofó y Miliki, los únicos payasos que ya grandecito veía en la televisión, sobre todo de Fofó un músico y comediante increíble, que era el centro de ese grupo de cómicos y ya nada fue igual sin él. Justamente el payaso valiente del comienzo, si no me equivoco es Fofito. Pero los payasos de cabeza de huevo y pintarrajeados, la doma de leones, los equilibristas y otros peligros circenses, nunca me gustaron o los miro como uno le hecha una mirda rápida a un rostro deformado. Pero no niego que los payasos son una fantástica exageración de la realidad. Algo que el Gran Fellini demostró en su documental para la televisión inglesa: The Clown.
Pero Iglesia a esta exageración, a la brutalidad de los payasos, parece agregarle también un homenaje a las película española mencionada arriba. Hay una caza en que un payaso es utilizado de perro de caza y termina por morder la mano a Franco, hay un hombre escondido viviendo como un monstruo, como el Espíritu de la colmena. Se dirá que de buscar homenajes se puede decir cualquier cosa, pero, si la escena final en el Valle de los Caídos no es hitchcockiana, ¡qué me lleve la tormenta!...Y por supuesto el final, casi el mensaje (como se decía en los 70) es puro Oscar Wilde: al final el hombre mata aquello que ama. Y la verdad, por el cambio de tonos del absurdo, al grotesco y del grotesco a la ironía y así hasta llegar a un tono operístico que no da la nota, creo que Alex de la Iglesia en esta película se equivocó. Si me apuran, creo que en Muerto de Risa, dice más sobre el drama español que este film.