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viernes, 4 de mayo de 2007

Wittgenstein y el Zen de Hernán García Hodgson



Momento de inicio

Cuando el verbo no existía, el hombre moraba en la tierra y recibía en silencio los poderes de la naturaleza, y sin com­prender aún su ley, se avenía a ella. Todo era silencio apaci­ble. El ser fluía haciéndose uno con el universo. Luego, la palabra irrumpió y el hombre se hizo poderoso. La palabra advino y el ser se agitó y ya no fue apacible. Y recibió a la naturaleza sólo para doblegarla, para servirse de ella. La con­tinuidad del ser con la tierra se interrumpiría para siempre. Vinieron luego los dioses oscuros y la luz se llenó de tinie­blas. La palabra copuló con el silencio, y de esta unión se engendró el sempiterno abismo que a ella se encadena. Desde entonces, librando entre ellos secreta guerra, uno no pudo ya existir sin el otro. La palabra mató a la cosa y el sím­bolo la tomó en su relevo. Desde entonces, el hombre se hizo menesteroso de sentido y trascendencia, y buscando la pala­bra, sólo acudió a él silencio.
Este saber no sabiendo es de tan alto poder, que los sabios arguyendo jamás le pueden vencer; que no llega su saber a no entender entendiendo, toda denda trascendiendo.
San Juan de la Cruz
La diferencia entre los animales y nosotros, es que ellos saben lo que tienen que saber, nosotros no.
F. Pessoa
The unspeakable and the Buddbist ]apáñese Zen have a common essence: an attracüon for the mystical that Wittgenstein felt, wbicb was provoked by an illuminating and indescribable experience that comes from trying to capture rvhat is essendal in Ufe.
(Lo indecible y el Budista Zen japonés comparten una esencia común: una atracción por lo místico que Wittgenstein sentía y que fuera provocada por una ilumina­ción y una indescriptible experiencia que procede del intento por capturar lo que es esencial en la vida.)
Especie de presentación de Wittgenstein y el Zen de Hernán García Hodgson.