Hoy lo ví al Ancho Peucelle caminando al lado mío. Cuando lo tuve cerca quería sonreírle, saludarlo. Pero él, atento o tímido, o las dos cosas, bajó la vista. Se ve que me caló como un viejo de esa época que al acercársele se babean y, peor, hasta deben emocionarse hasta las lágrimas. Es posible que Peucelle nunca haya entendido su fama y además, seguramente, en su larga carrera con Karadagian, no le haya caído nunca bien el Campeón del Mundo. Yo conocí a Karadagián gracias a Olmedo, en realidad gracias a Piluso. Fue una mañana inolvidable. Cientos de bañaderas (unos omnibus sin techo que realmente parecían bañeras) se estacionaron frente al Patronato de la Infancia para llenarla de chicos huérfanos y pelados. En esa época a los huérfanos los pelaban. Me contaron, no sé si es cierto que antes de que Evita se hiciera cargo de los pobres y desposeídos, a los chicos los pelaban y los vestían con unos delantales grises. Pero cuando llegó ella, prohibió que se los pelara y ordenó que cada chico tuviera su propia ropa. Después de la Revolución, se tomaron venganza con los huérfanos y los volvieron a pelar y a uniformar con esos delantales horribles. Bueno, los subieron esa mañana a las bañaderas (no le decían bañeras que hubiera sido lo correcto, sino bañaderas) y los llevaron al Luna Park donde se desarrollaría la que para mí fue la mejor pelea de cacht del mundo: El enfrentamiento entre el Capitán Piluso y Karadagían. Dicen que en esa época Karadagían no era conocido en televisión y después de esa pelea comenzó Titanes en el Ring. Lo cierto es que la pelea, como yo la recuerdo, la ganó Piluso pese a que varias veces se escondió debajo del ring. No puedo olvidarme de esa pelea, como no puedo olvidarme de la pelea entre Bonavena y Muhamad Alí, o la de la Alí en Africa... Pero la primera, la más contundente y la más hermosa fue el enfrentamiento del Capital Piluso contra el campeón del Mundo Martín Karadagián...