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domingo, 8 de noviembre de 2009

Si la cosa funciona - Otro Woody Allen, el mismo, pero cada vez mejor

Woody Allen en esta película no tiene necesidad de extenderse mucho en describir el entorno donde hace jugar a sus personajes, porque está de regresó en el mismo New York que supo inventar y sus espectadores conocemos tan bien.
Los personajes tampoco nos resultarán desconocidos, y menos el protagonista, -su alter ego- que mueve los brazos y dice los infaltables y magníficos chistes grouchonianos como sólo Woody Allen y bueno, su inspirador sabía hacerlo.
El resto es el conflicto que ha utilizado tantas veces: la visión hiperintelectual de la vida contra la naturaleza, el deseo, la felicidad... Pero no por repetitivo resulta vacío y menos aburrido. Parejas que van, parejas que vienen y la película termina como le gusta a Woody Allen en una fiesta donde están los ex con sus actuales parejas y la moraleja final. La felicidad no dura siempre pero cuando una la disfruta es mejor aprovecharla y no hacer muchas preguntas. Después de ver casi todos sus películas uno nota que Woody poco a poco a logrado simplificar cada vez más las situaciones y afinar sus chistes para alcanzar cierta perfección que muchos distraidos pueden atribuir al cansancio la vejez, bla, bla. Es maestría. Después de ver la película, uno agradece profundamente salir contento y satisfecho, igual que después de comer el plato preferido en el lugar donde uno mejor se siente y cada día parece que lo preparan mejor.