En realidad hace días le propongo amistad a diferentes personas, pero ayer estuve charlando largo y tendido con alguien que me dio mucha información y también me ofreció su amistad. Lamentablemente no saqué ningúna foto pero de haberlo hecho se hubieran dado cuenta de lo lejos que está este amigo de la imagen ideal que uno se hace de quienes cree ser parte de un mismo espacio. De todos modos, con mi habitual desconfianza, creo que fui parte de un experimento para conocer el grado de tolerancia que tenemos ante aspectos extraños. Es que este amigo, realmente, era raro: tenía cuernos de cabra bastante incómodos, supongo, a la hora de lavarse la cara. En la foto de la izquierda, mi avatar, está haciendo un jarrón en alfarería. Mientras a la derecha estoy departiendo con un grupo de desconocidos con extraños peinados y una charla que parecía bastante aburrida, casi una conversación de ahumados.
Ah, al amigo lo hice en un barrio llamado Argentonia.