Dos recuerdos:
Una de las últimas presentaciones que hizo Hugo del Carril fue en el Teatro San Martín. El cantor fue acompañado por tres guitarristas que hicieron de teloneros antes de la salida del maestro del Carril. El trío interpretó dos temas y uno de ellos era un tema de Gardel. La presentación de esos guitarristas que yo los coronaría con todo lo que ello vale para el tango de guitarreros fue: Vamos a tocar un tema del maestro zorzarl don Carlos Gardel. Faltó que lo hicieran doctor y profesor.
La segunda es un nota publicada en un suplemento especial dedicado a Carlos Gardel por La Maga, donde uno de los redactores o diseñadores de la revista contó que cuando era chico la maestra les hizo buscar palabras en sus diccionarios y él encontró la palabra Zorzal y sorprendido pensó "Uy, un pájaro que se llama como Gardel".
Bueno, y ya que estamos Fábula para Gardel del maestro Ferrer
Ayer me preguntaste, hijito mío,/por primera vez,quién es/ese Gardel, ese fantasma/tan arisco,empecinado/con seguir guardado/en la cueva con asma/de su disco polvoriento.
Lo que yo sé,te lo cuento:/algunas veces,cuando te has dormido,/las noches en que hay pena llena,/se aparece ese escondido duendo, medio juglar y medio loco,para matear con tu padre y conversar un poco.
Ah, si lo pudieras ver con su sencilla elegancia fantasmera,a saber:en una chalina ligera de plumas de torcaza sola sus hombres arrebuja.El traje es de cuerdas de guitarras españolas que alguna bruja ñata y hippie le ha tejido.
La corbata es de claveles encendidos,para abrigar los cascabeles de su voz.Y dos zapatos, muy de peregrino,que no son zapatos, sino que son caminos.
¿Qué en dónde nació? Hijo mío, ¡qué se yo!De acuerdo a lo que el mismo me ha contado,parece que nació trepado a una veletaniña que apuntaba al Sur;y que un poeta y un gallito de riña y un augur le enseñaron a vivir y a sonreír.
Será por eso que salió un poco travieso¿viste?como vos y, como yo,un cachito triste.
Su sonrisa,hijo, es una pícara y honda y rar araya de tiza iluminada con luz de la otra cara de la luna.
Y canta, canta,canta con su voz de siete gritos,pero canta, siempre, con ese humilde modode quien tiene, por sabio, en la garganta,dos ojitosque han visto, ya, del hombre, todo, todo.
Su canto, te diríaque pareceun claroaljibeen donde crecenlos tangos pibesque no se cantaron,todavía;y, también, aquellos tangos que ya fueron,esos que escriben,en el paragolpes de su camión,los camionerosdel Cerro y de Constitución.
Después,el alba ya,a las cinco en punto,se me va. Se va.
Y, tal vez,en su forma melancólica de irse,se adivina, un cacho,que ese duende, tan muchacho,entiendemucho de un asuntomuy sumamente serio, que es morirse.
Ayer me preguntaste, hijito mio, por primera vez,quién esese Carlitos, ese fantasmatan arisco,empecinadocon seguir guardadoen la cueva con asmade su disco.
Y entonces te contécuanto sabía-
Mas hoy, mirándote,pensándote,besándote,sé un poco más.Y es que el hijodel hijode tu hijo, un día,un día de Junio soleado,frío y secoque vendrá,lo mismo que vospreguntarápor él.
Y una calientezafra de ecos,ecos de la voz de nuestra gente,ecos de tu vozchiquito, y de la mía,inexorablemente,contestará:Gardel, Gardel, Gardel.
Lo que yo sé,te lo cuento:/algunas veces,cuando te has dormido,/las noches en que hay pena llena,/se aparece ese escondido duendo, medio juglar y medio loco,para matear con tu padre y conversar un poco.
Ah, si lo pudieras ver con su sencilla elegancia fantasmera,a saber:en una chalina ligera de plumas de torcaza sola sus hombres arrebuja.El traje es de cuerdas de guitarras españolas que alguna bruja ñata y hippie le ha tejido.
La corbata es de claveles encendidos,para abrigar los cascabeles de su voz.Y dos zapatos, muy de peregrino,que no son zapatos, sino que son caminos.
¿Qué en dónde nació? Hijo mío, ¡qué se yo!De acuerdo a lo que el mismo me ha contado,parece que nació trepado a una veletaniña que apuntaba al Sur;y que un poeta y un gallito de riña y un augur le enseñaron a vivir y a sonreír.
Será por eso que salió un poco travieso¿viste?como vos y, como yo,un cachito triste.
Su sonrisa,hijo, es una pícara y honda y rar araya de tiza iluminada con luz de la otra cara de la luna.
Y canta, canta,canta con su voz de siete gritos,pero canta, siempre, con ese humilde modode quien tiene, por sabio, en la garganta,dos ojitosque han visto, ya, del hombre, todo, todo.
Su canto, te diríaque pareceun claroaljibeen donde crecenlos tangos pibesque no se cantaron,todavía;y, también, aquellos tangos que ya fueron,esos que escriben,en el paragolpes de su camión,los camionerosdel Cerro y de Constitución.
Después,el alba ya,a las cinco en punto,se me va. Se va.
Y, tal vez,en su forma melancólica de irse,se adivina, un cacho,que ese duende, tan muchacho,entiendemucho de un asuntomuy sumamente serio, que es morirse.
Ayer me preguntaste, hijito mio, por primera vez,quién esese Carlitos, ese fantasmatan arisco,empecinadocon seguir guardadoen la cueva con asmade su disco.
Y entonces te contécuanto sabía-
Mas hoy, mirándote,pensándote,besándote,sé un poco más.Y es que el hijodel hijode tu hijo, un día,un día de Junio soleado,frío y secoque vendrá,lo mismo que vospreguntarápor él.
Y una calientezafra de ecos,ecos de la voz de nuestra gente,ecos de tu vozchiquito, y de la mía,inexorablemente,contestará:Gardel, Gardel, Gardel.